Chiquilinadas

Dicen que el ocio es mal consejero.
En nuestro caso, era tremendo... pero cómo nos divertíamos!
Siempre fui un tipo deportista. Amo jugar y competir a cualquier cosa. Eso sí: no me hagas salir a correr, porque ni en pedo voy. Así. Ni en dope.
Lo mismo que el gimnasio. Y mirá que probé hacer de todo por este cuerpo flaco que Dios me dió. Ir a la mañana antes del laburo, al mediodía, antes de la facu, después del laburo, gym de perras, gym de patovas, gym ultramoderno, gym de fierros... Con lo único que me enganché un poco fue con el spinning. Sería por el house que ponía la profesora, o por la profesora. No se.
Y mirá que yo aprendí a andar en bici a los 27, por una beauty.
Sí, andaba en moto y no sabía andar en bici. Te lo prometo. Estaba en Miami y me crucé con esta chiquita taaaan bonita. Habíamos hecho un par de tiros en Biei pero nada más, y ella desapareció. Taba en Miami.
Cuestión que nos vemos, renace el amor y me invita a andar en bici. Me tembló el labio. Pero le dije que sí, que al otro día salíamos. Nos despedimos y salí disparado a la casa de bici renting a agenciarme una para practicar. Practiqué hasta que me quedó el culo con forma triangular, tanto que al otro día casi no podía sentarme. Pero salí andando.
Besamos y valió la pena. Claro que antes tuve que ir de Sobe hasta Bal Harbour ida y vuelta.
Ahora eso fue mucho tiempo después.
Antes, de chico, yo iba al club. Estaba todo el puto día en el club. Hacía cualquier cosa mientras fuera deporte.
Futbol, pileta, tennis, ping pong. El ciclo se repetía incontables veces, e incluía gastar a los nabos de la colonia. Igual, en algún momento te aburrías. De gastar nabos de la colonia, digo. Cuack.
En nuestro caso, esto estaba agravado por posesión automotriz a temprana edad.
Orgulloso, confieso que siempre fui un nene de papá.
Como yo estudiaba Derecho a la mañana y Publicidad a la noche, papá me compró un auto.
Pero como no estaba muy bueno, de noche me prestaba el de él. Un capo my old man.
El auto es una novedad tremenda. Adictiva. Excitante.
Entonces, cuando nos aburríamos, ganábamos la calle con cualquier pelotuda excusa.
Y ahí la cagada.
La primera de que tengo memoria fue cuando me chocó Furia.
Estábamos jugando a las escondidas en el auto. Sí, nunca jugaste? Simple. Se determina, arbitrariamente, una cuadrícula como teatro de operaciones; preferentemente en un barrio tranquilo e intrincado. Par example: Acasusso, de Libertador al río. Se espera la caída de la noche. Un auto, con equis cantidad de integrantes, se esconde. El otro, con otros integrantes, obvio, lo busca. Si lo encuentra, le hace luces, lo "mata" y ahí se cambia de víctima y victimario. Bueno, esa noche nos escaondimos nosotros. Estábamos con el Chino Candiotti, Bacha y Brian.
En el otro auto no me acuerdo quién estaba, pero sí que manejaba Furia. El tema es que nos escondimos detrás de un volquete, en una calle oscura, arbolada, sin custodios. Creo que hay dos solas así en todo Acasusso. Los chicos tardaron bocha en encontrarnos y eso hizo que nos distrajéramos. Gran error, porque valía moverse, siempre y cuando el otro no te viera.
Cuestión que estábamos boludeando adentro del auto, cuando sentí un "Tac" inconfundible, de esos de óptica rota, seguido de un empujón. Era el tarambana de Furia, que nos había chocado. Rompiendo las reglas del juego, en lugar de hacernos luces y matarnos, como se dieron cuenta de que estábamos distraídos, pretendieron jodernos y asustarnos, y se acercaron sin luces hasta nuestra cola. El nabo que propuso eso olvidó el pequeño detalle de que Furia de noche no ve una vaca en un baño y así, por falta de cisión nocturna del chofer, tuve que comprarle una óptica al auto de mi viejo, antes de que se diera cuenta... Cómo le explicaba a Don Vito accidente taaan pelotudo?
Claro que a veces la suerte no ayudaba.
Una vez, teníamos que jugar un interclubes de tennis y los rivales no se presentaron. Así que domingo a las 9 y 16 de la mañana no teníamos mucho para hacer en el club.
Eso se llama "Mala suerte seguida de ocio". La bomba.
Luego de evaluar las escasas alternativas de esparcimiento a esa hora en la sede deportiva, que incluían ir a ver al enano Scotto jugar dobles con Felisa y otra pareja (237 años en el mismo court) como punto más alto de diversión, con el Chino Candiotti decidimos ir a tirarle botellazos a la gente.
No, pará, detenete.
Así expresado, suena un poco fuerte, pero nunca tirábamos a pegar. Vos te creés que estábamos locos? Qué onda?
La jodita consistía en patrullar y levantar alguna botella de la calle. Buscar algún transeúnte distraído y electroshockearle la mañana arrojándole el vidrio, a unos cinco metros de distancia, los suficientes como para que no hubiera más consecuencias físicas que la taquicardia.
Hasta que una vez esos cinco metros se redujeron considerable y peligrosamente (no se en cuánto habrá influído el tomarnos el contenido de la botella antes de arrojarla... mmmno... creo que poco... sí, poco.... mmmpoco...), con lo que abandonamos tan interesante práctica ese mismo día.
Eso fue en verano. Para el crudo otoño de esa época, ya habíamos descubierto un nuevo pasatiempo.
Consistía en subirnos al auto y salir a hacernos los perdidos y pedir indicaciones sobre cómo llegar a una dirección determinada.
Sí, parece pelotudo y aburrido. Hasta que lo hacés un día de tormenta, haciendo que la gente que te ayuda se cague mojando paradita al lado del auto, mientras vos bajás cinco centímetros la ventanilla y te hacés el que no entendés cómo llegar al lugar. Sin tentarte, no? No, lo alcaro porque al Chino Candiotti no le dejábamos nunca la ventanilla porque se tentaba, el muy pelotudo, y cagaba la joda.
Sí, el Chino estaba en todas las jodas. Parecía que no se podía hacer una joda si el Chino no estaba.
Quizá el punto máximo fueron los enanos.
No se qué le pasa a la gente con los enanos. Detesto a los enanos. Los de jardín digo, badulaque. Viste qué cosa rara son?
Bueno, el único defecto de ésta es que no estabas en el lugar para disfrutar la cara de la gente al desenlace.
El tema era así: se salía de rondín por el barrio, a la caza de enanos de jardín desprevenidos. Se les hacía una velocícima privación ilegítima de libertad en el baúl y asiento trasero de auto, para proceder a liberarlos todos juntitos en la puerta de la casa de alguna persona conocida, cosa que, en grupete, no se me asustaran. A los moradores no les veías la cara cuando salían y se encontraban con quince enanos de jardín amenazantes, pero seguro que alguien te hacía un feed back de la cosa.
Ya de más grandes (tendríamos como 19 Brian y yo y 16 el Chino) pasamos a la jodita al estacionado.
Una consistía en cambiar el auto de lugar en el estacionamiento, sin que el dueño lo supiera.
Había que elegir dos cosas: un auto conocido, para poder disfrutarla, y que no estuviera frenado. En el club nadie anda con las llaves en la mano, asi que había que empujar como burros y patear las ruedas para ir doblando. Así, una vez logramos meter una Chevy en un hueco en el que casi rozaban los espejos, entre dos gimnasios. Luego al tapamos con dos tambores de kerosene. El dueño la encontró media hora después de andar buscándola a las puteadas, dado que sabía perfectamente que era una broma nuestra. El problemita lo tuvo cuando quiso subir y no podía colarse entre las paredes y el auto para abrir la puerta. Sí, acertaste. Qué inteligente. Entró por el baúl. Tenías que verlo con joggincito ajustado adentro del baúl!
El mismo que una vez subió s su auto y escuchó un ruido desgarrador, parecido al de una mezcladora de cemento. No lo dudó. Nos vino a buscar.
"Qué me hicieron, hijosdeuncamiónrecargadodeputasrevoliadas?!!", arrancó. Luego comenzó a elaborar alternativas disparatadas solito, mientras encabezaba el desfile hasta su auto, estacionado y en marcha. El desfile éramos él, Brian, el Chino Candiotti y yo como usual suspects, y una troupe de seguidores festejando. Entre ellos, Claudia, su novia, que era la que más lo jodía, la muy turra.
"Jjjjjjjjjjj" hacía al andar la Chevy.
El pibe se asomaba por a puerta abierta, como cuando querés ver si estás en llanta.
"Me desengancharon un pallier y laconchadesusmadres!!"
En mi vida, el único pallier que conocí era ese en el que besé a Belén, en la casa del diablo.
Cuarenta y cinco minutos hasta que le confesamos que eran simplemente piedritas en las tasas de las ruedas.
Y con ésta termino, para no empalagar (hay algo con menos clase que un empalagoso?): si bien no la hicimos en el auto, le sucedió en el auto.
Coco entró corriendo a la confitería, al grito de "Son unos hijosderemilpelotudasputas, boludosdemierda!"
La gente ya nos miraba a mí, a Brian y al Chino Candiotti, por default.
"Y qué novedad", pensé.
Ahí nos contó, y no pudimos sostener la invariable negación rotunda que le propinábamos cada vez que nos acusaba de algo que, efectivamente, habíamos hecho.
Es que la joda había tenido lugar seis meses antes, por lo menos, y nos habíamos olvidado.
Al pibito la pidieron documentos en un control policial y no tuvo mejor idea que mostrar el DNI...
En la sección de "Señas particulares" le habíamos escrito "Bulto agresivo".
"Por gracioso, lo vamos a dejar detenido un rato, hasta que recapacite que con los documentos no se juega..."
Tres horas recapacitando estuvo.