Furiosa coupé.

Hace un tiempo vendí un auto que, según me dijo mi amigo Fabián albinati una vez, sin importar en dónde lo estacionara, era el más lindo de la cuadra. Era una coupé biplaza rojita, de esas que el techo se le sale apretando un botoncito y se convierten, precisamente, en convertible. Parece un "cuack!", pero no lo es; fijate bien.
Lloré al venderlo; no me quería desprender de él, pero estaba viejito. El auto, forro, no yo!
Lo había enganchado en la concesionaria de un amigo, con 2500 kilómetros reales. Y si no era que era la concesionaria de un amigo, no lo compraba, por lo sospechoso. Pero mi amigo era un bacán, no como el papá de otro amigo, Rolo, que me recontraregarcódearribadeunpuente con el Passat.
El tema es que la coupé había sido de un señor mayor que se había bajado de una Cayenne, y la devlvió a los tres meses porque no le gustó.
Para mí que la historia fue así: el señor mayor, de obvia posición acomodada, se deshace de su másmayorqueél mujer y pretende volver a la vida loca. Se compra la coupé y lo primero que hace es enganchar un toga que lo da vuelta como una media, if you know what I mean... Se le instala en el derpa al mes y al mes y treinta segundos lo obliga a decidir entre ella y el vehículo. Sabe que el socarrón va a ir a por más, si lo deja desatado. El socarrón, viendo que el toga está más fuerte que un burro y a sabiendas de que es el último tren bala que le pasa por la vida y que luego le esperan divorciadas de más de cincuenta y cinco para arriba, opta por volver a la cómoda Cayenne. Vivamos los últimos años bien arriba. Triste pero sin reconocerlo, le hace dos mil cuatrocientos cincuenta kilómetros al auto en un día, como para sacarse el gusto. Luego, en la concesionaria, ejecuta la excusa de que el centro de gravedad del la coupé es muy bajo y que le cuesta agacharse para entrar; y que además, como corresponde a la estirpe, butacas y suspensión son un poco duras.
Quién se beneficia de todo ésto?
El negrito, que compra un caño por el 60% del valor real. Bargain!
El negrito pasea que pasea por las calles de la ciudad. De vez en cuando, está al dope y sale a disfrutar del auto, solo. Del VSV, como decía la GCU antes (VSV = Ver Ser Visto; GCU= Gente Como Uno).
Hasta que un día, patrullando, se cruza con esa mujer.
La cosa fue así: yo venía circulando por avenida Del Libertador. En un semáforo, veo por el retrovisor que dobla un auto blanco y detrás otro, éste a los pedos y acercándose por ambas bandas alternativamente.
Pensé un par de cosas: un atraco o unos borrachosdemierda que me van a chocar a mí y me van a bostear el sistema del techo.
Cualquier cosa, menos "una bomba perseguida por cuatro desaforados".
Culo, que le dice, la bomba detiene su carro al lado del mío. Los hooligans le paran del otro lado y siguen con sus improperios, y la chica gira su cabeza para evitrarlos, haciendo eye contact conmigo. Gorgeous.
Bien. Nos agarran un par de semáforos más, en donde el eye contact se convierte en sonrisas entrecruzadas, y los señores deciden alejarse, misteriosamente, sin insultarme ni nada; resignados ante el poder de la coupé. Siempre tuve claro que no era yo; era la coupé.
La señorita bomba me indica que la siga. La sigo.
A las pocas cuadras nos detenemos frente a un edificio. Ella espera, con lo cual me bajo y me acerco a su auto. Baja la ventanilla. No solo era una cara bonita. OMG (Oh My God). En ese instante en que la tuve tetè a tetè, debí haberla reconocido. No voy a revelar acá su nombre, dado que no lo creerías en lo más mínimo. Solo voy a tener la infidencia de decir que es una señorita muy conocida, pero mucho, blonda, hiper hot que no puede más, vernácula y que todos los confinados a prisión deben tener una foto de ella en la cabecera de la cama. En mi tenue defensa de no haberla reconocido sino hasta minutos después, debo decir que me dijo "Actriz". Bien. Qué va a hacer...
Allí comenzó un diálogo demoledoramente dulce. Con la triste frase que ella pronunció momentos después para cerrar el flirt callejero. Esa que no hubiera querido escuchar en ese momento, por nada del mundo. No, no acertaste. Me dijo: "Vivo acá. Querés subir, tomamos un vinito y charlamos más cómodos?"
Voy a contar el final rápido, porque cada vez que me acuerdo, sufro.
"No gracias, no puedo. Tengo una cena de negocios...
Era mentira. Tenía que ver a otra beauty, a la que, como soy un caballero, no me daba para cancelarle. Me pidió el teléfono para llamarme al otro día, y, obvio, nunca llamó.
Ese soy yo. Un pelotudazo.